En un mundo donde el hombre ya había superado sus más descabelladas ficciones, donde la realidad se había superado, precisamente, cuando llega a la Luna en 1968. En donde el Pop Art de los 50 era un tema ya casi agotado y la idea gustaba más que el objeto. ¿Cómo podría competir el hiperrealismo sino en lo que se puede ver y palpar?1
El Hiperrealismo nace en Estados Unidos a finales de los años 60. Se trata de pinturas de fotografías y esculturas, cuyo intento es apegarse lo más que se pueda a la realidad. Sus temas son objetos cotidianos, o personas normales en situaciones cotidianas, aunque también (otras) aludiendo a lo cotidiano de la intimidad (sexualidad). Es un concepto retomado ya años atrás a mediados del siglo XIX por los realistas clásicos, que se anteponían al romanticismo y las ideas.
Su propuesta exuberante, sin pretenderlo en realidad, llevó a una reacción febril. ¿Cómo era posible que después de tantos años de tratar de dejar la imagen unos artistas desperdicien su tiempo al escudriñarla y mostrarla, para contradecir todo el esfuerzo que los demás habían impregnado? Ahora era su turno, debía aguantar los más arduos látigos verbales que jamás se hayan hecho en la historia, o quizá, las mismas que cada nuevo arte enfrenta cuando se expone al mundo.
MIRADA RETROSPECTIVA
En el momento en que el hiperrealismo se estrenó como arte, hubo mucha confusión por denominar qué sería hiperrealismo; sin embargo, no se llegó a nada. Se le ha llamado Realismo Fotográfico, Nuevo Realismo, Redescubrimiento del Realismo, Realismo Imaginario, Hiperrealismo 2, entre otros (el término que utilizaré será Hiperrealismo, por ser para mí el más adecuado).
En primera instancia el hiperrealismo no fue concebido como un nuevo realismo, sino como un no arte que ofendía. Se quiso dejar relegado e inservible, satanizándose su creación. Algunas denominaciones que recibió fueron: “pintura nazi”, “ideología socialista de arte para el pueblo”, “superficial fenomenalismo”, “fetichismo del objeto”, “arte obsceno”. Alguna persona apoyó al hiperrealismo, sin dejar de temerle: “hermoso y terrible como ha sido siempre el arte”. .”3
Si hablamos de precursores, definitivamente tienen que estar aquellos antirrománticos, pero debido a que el tiempo espacio en el que se dan son totalmente distintos, se prestan dos elementos claves distintos a los de aquella época romántica: la fotografía y el Pop Art.
¡La pintura ha muerto! Clamaban…4 La fotografía había llegado como una nueva tecnología en la que nunca más se volvería a pintar, al menos no la realidad. Fue entonces que el impresionismo apareció y el retrato de la realidad se dejó de lado. Así, después del dadaísmo, el Pop Art surge, para proveer al Hiperrealismo de herramientas. Pero no contaron con que el realismo volvería a surgir de entre las cenizas, renovado.
Existieron muchos críticos, al principio, que decían que el Hiperrealismo no era más que una versión nueva del Pop Art. Sin embargo, no fue su hijo sino una derivación de él. Lo principal del Pop Art es demostrar que el arte puede estar en sí en las cosas cotidianas, a la vista de todos, al contrario del Hiperrealismo, que no hace al arte cotidiano, más bien se pasa en la cotidianeidad para hacer arte. El Pop Art se reencuentra con la cotidianeidad, en sí con la cultura y su tecnología, pero aún significando algo. El Hiperrealismo sale de dicha significación, para significar otra, pero sin tal intensión. Por lo tanto, son corrientes totalmente distintas.
GALERÍA DE ARTE
Las imágenes que se presentan son de varios años. La primera es el Gran AUtorretrato, que es la primera obra de Chuck Close.
Chuck Close. Nace en 1940. Famoso por sus imágenes gigantescas colgadas en museos. En el 2003 pinta a Kate Moss. En sus obras se aprecian tanto figuras masculinas como femeninas. COntinúa´pintando. Realiza una pintura de Kate Moss (abajo) en el 2003.
John de Andrea. Escultor. Generalmente pinta desnudos de personas de todas las edades y géneros. Utiliza polivinyl, pelo humano, piel de animales, cuero, entre otros.
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FUNDAMENTOS DEL HIPERREALISMO
El Hiperrealismo conlleva una “revolución óptica”7; comparable con la revolución industrial del siglo XIX, al traer en sus cimientos un “derrumbe de la realidad”8 (Egon Friedell). Sus consecuencias llevan a los críticos de arte, así como al público en general, a reevaluarse lo que es la realidad. Desde que Duchamp demostrara al mundo que un objeto cotidiano puede ser arte con su Rueda de Bicicleta sobre un Taburete en 1913, el arte va tomando caminos más subjetivos con el Dadaísmo, un arte sumamente abstracto que comenzaría por objetos ordinarios para darles un toque ‘irreal’. Es decir, lo que la principio fue un empuje de parte de objetos ordinarios con una nueva connotación, se convirtió en una total abstracción del objeto y su significado cotidiano.
Hablando del concepto de ‘realismo’, no es uno nuevo. Muchas veces se ha recurrido a los origines de las cosas, a lo real, para mostrar la completa realidad. Bien se sabe que a mitad del siglo antepasado apareció el realismo como contraposición del romanticismo, encabezando el movimiento por Jean Baptise Corot y Gustave Courbert. Dicho por su compañero, Courbert negaba a la belleza para no distraerse y apegarse a la realidad. Si se decía que estos artistas eran realistas, pero no podían lograr representarla al cien por ciento, por lo que la idealizaba. Entonces, los artistas hiperrealista tratarían de no idealizar la imagen, de dejarla fría y objetiva y, así, sería una realidad aparte.
A finales de los 60, este concepto de realismo se le parece a este nuevo realismo, es una vuelta a un concepto, pero con una mirada distinta.
Anteriormente los realistas clásicos intentaban idealizar los elementos o situaciones casuales, imprimiéndoles la moral de lo ‘bueno’. Esta vez, los hiperrealistas oscilan entre “lo ideal y lo bueno y lo real y lo malo” Si para entonces los idealistas habían corrompido la moral al tratar de idealizarla, entonces los hiperrealistas no serían los buenos, los que presentan las cosas tal y como son.
Así pues, para el hiperrealista, la objetividad que se intenta deducir de la realidad, es una concepción carente de moral. El canvas o la escultura no intenta mostrar alguna inclinación social o política, sino que, cegándose a todo aquello, intenta imprimir las formas, los colores, etc; y formar una imagen. Si acaso, el imperamento que recalca es el siguiente verbo: ¡observa!
Ivan Karp —primer ‘dealer’ que muestra el hiperrealismo al mundo—,fundador del O.K. Harris Gallery de Nueva York —una de los principales galerías donde se mostró el movimiento hiperrealista, manteniéndose a la vanguardia siempre con exhibiciones contemporáneas cien por ciento)—.dijo lo que ilumina al concepto de arte hiperrealista. Expresó, que entre la variedad de “microcircuitos, trasplantes de cuerpo y el conceptualismo”, la pintura realista parecería “posiblemente ridícula”. Y continúa:
“But just as a fresh, ripe, homegrown tomato seems suddenly so terrible important, certain, recent paintings may reawaken us to the dormant joys of observation.”
Es, entonces, el alma del hiperrealismo la observación, cuya acción requiere de un sujeto. A pesar de ser un asunto objetivo, e intentarlo, el observador no es parcial. J. Patrice Marandel ‘observa’ que los artistas de esta corriente sí dejan de lado los simbolismos, “las asociaciones evocativas” de los surrealistas, pero no implica que deje de lado su planteamiento de la realidad. Su simple categoría de pintura figurativa o paisajes los fuerza a clasificar. No sólo eso, sino que existen variaciones de dimensiones, de los cuerpos de los modelos, de los colores… Es por eso que los hiperrealistas están involucrados en un proceso deductivo. Reciben información del exterior, lo evalúan en su interior, para plasmarlo nuevamente en el exterior. En el proceso, mucha información no fue captada, por lo que se deja fuera. Al final, “…lo que se deja fuera de la fotografía es entonces casi igual de importante que lo que está dentro.”
Gerrit Henry expresó también que la imparcialidad del autor no es posible. A pesar de decir que se dice que “la cámara no miente”; finalmente quien toma un encuadre u otro, y bajo qué argumento es cuestión del autor. Siempre se imprime el “contenido de su corazón”, y lo encuadra autoritariamente como ‘real’. Tal vez lo que creemos que es la realidad es sólo lo que pensamos que ella es.
Cindy Nemser se une al argumento. Ella dice que, debido a que la observación no sólo se encuentra en la lectura de los colores, incluso de los materiales, el artista escoge un pedazo de realidad para ser visto con detenimiento. Desde una ciudad entera, luces y colores, hasta una flor agrandada con el ‘lente de la conciencia’. Es un ‘close up’, como lo ha dicho Nemser, que sostiene que a través de los años y en todas las culturas, el gusto por ver sólo aquello, quitando todo lo demás que estorba para volver a aquello único, en el sentido de que no existe nada más. Ella dice refriéndose a las cosas simples:
“Drawing on the bounties of our leisured affluent society, they invite us, through contemplation, to experience the oneness of all things and to understand that our material possessions are as essential a part of ourselves as is nature and our fellowmen.”
¿Es entonces, a través del arte de observación de la vida casual, que encontramos un antagonista del existencialismo? Linda Chase, también crítica de arte, habla del existencialismo como la contraparte de la obra hiperrealista. En su artículo, Albert Camus le atribuye al existencialismo la siguiente oración:
“…the absurd, the confrontation between the human need and the unreasonable silence of the world”.
El existencialismo es la búsqueda del significado de la existencia del hombre. Antes que hubiera cualquier significado, estaba sólo la existencia, como bien lo dice Jean-Paul Sartre: “existencia antes que esencia”. Nosotros, para encontrar una ‘razón’ a nuestra existencia y una ‘razón’ del existir de las cosas que nos rodean, las envolvemos de significado. Pero antes de haberles aplicado una ‘esencia’ a las cosas del mundo, éstas existieron por sí solas sin necesitar del pensamiento; así el hombre existió antes de ser pensado hombre. Estos significados se han predestinado tan racionalmente, con tanta ‘razón’, que el sentido de ‘presencia’ de las cosas se ha empequeñecido.
CONCLUSIÓN
Es el hiperrealismo el regreso a lo que existe. Al presente. Es el regreso a la materialidad, a la creación del hombre, a lo físico, al cuerpo. Dentro de un margen tan idealista por parte del dadaísmo, donde el desorden, la fuerza de la no forma, y el desdén de lo inmaterial —incluso el Pop Art, pretendía concebir un ideal, al querer popularizar al arte)— el hiperrealismo toma forma. Y literalmente lo hizo, pues su propuesta fue no tener una propuesta, cancelar la idealización de lo real, y sólo exhibir las formas de los objetos y mostrar su naturaleza de existencia. Dichos objetos ya no fueron producto de algo extraído de la mente que todo cataloga e impone nombres y funciones, ni mostraría a dichos objetos alienados de su uso (como lo hizo Duchamp o el arte conceptual); sino que los regresaría al lugar a donde pertenecen, a su origen. Es ahí de donde toda creación existe, al pertenecer en primera instancia al vacío, a la nada, a lo simple.
El Silencio del Mundo. La Observación. Lo exuberante de la imagen, la riqueza de color, lo que simplemente es y existe. Lo que no tiene moral, pura imagen y forma. Es pues, la simpleza de la vida cotidiana, lo que el hiperrealismo quiere resaltar. Es la majestuosidad de su diseño, de sus colores, de su presencia. Amar a algo que es externo le hizo al hombre ahogarse en sus tormentos, penurias en las calles, en la mente, de donde todo engaño nace. No. Esta vez habría que crear algo que le diera la bienvenida de su aventura salvaje. Banalidad para algunos, pero a final de cuentas orgánica…a final de cuentas nuestra.
Es por esto que tal movimiento artístico es sumamente importante pues, cuando el hombre olvidaba ya de qué estaba hecho y de su universo inmediato, llega esta corriente para recordarnos que lo único que tiene y siempre tendrá es Su Presente.
Fuentes de información:
- SAGER, Peter. Nuevas formas de realismo. Alianza Editorial, S. A. de C. V., Madrid, 1981, 235 pp.
- Super Realismo. A crithical Anthology., Gregory Battcock (editor), E. P. DUTTON & Co., New York, 1975, 236 pp.